lunes, 25 de septiembre de 2017

Lunes 25 de septiembre

Lunes de la 25ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio no es una planta de interior. El Evangelio, para que crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la lluvia. El Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser mensajeros del Evangelio.

Haznos, Señor, una comunidad buena noticia:
abierta, confiada, fraterna, invadida por el gozo de tu Espíritu;
una comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida,
acoger el misterio, vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.

Que llevemos la sonrisa en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad a flor de piel desbordándose por todos los poros.

Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos
¬que puedan surgir entre nosotros.

Que en nuestra pobreza y debilidad sepamos abrimos, damos y compartir
con la ilusión de quien se enriquece y se siente dichoso con lo que hace.

Da, Señor, a esta comunidad tuya una gran dosis de buen humor,
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia;
para que sepa desdramatizar tantas situaciones difíciles, ambiguas y equívocas;
para que siembre el consuelo y la esperanza entre los que sufren y lloran.

Haznos expertos
en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura,
en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia,
y en mantener viva la esperanza.

Concédenos ser,
para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que vienen gratis con ella.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.